Aprovechando este 29 de febrero, día que no se repetirá hasta 4 años más, continuamos con la narración de las vacaciones serranas de este caminante. Este día permite compartir una de esas experiencias curiosas que todo turista está expuesto a sufrir, y que en este caso particular, se espera no tener que sufrirla por lo menos hasta el próximo bisiesto...
Presentamos a un nuevo amiguito, muy apetecido entre las degustaciones locales, muy sugerido de no perder oportunidad de conocerlo y saborear sus virtudes... su sonrisa nos recibe acogedora, su carne magra promete maravillas para la salud, su presencia en la cocina autóctona precede en un milenio a la llegada de los Incas y la extensión hasta estos lares de su Tahuantinsuyo...
Señoras y señores... el precolombino Cuye...
Se agradece los esfuerzos bien intencionados de ampliar la cultura y gusto de este cronista, los paisajes donde se ofrece un plato tan exclusivo y ancestral, la compañía, la conversación, todo... Pero hay que reconocer humidemente, que acabado el almuerzo, los huesos no pudieron ser más que de un repetido y ordinario... pollo.