Aprovechando este 29 de febrero, día que no se repetirá hasta 4 años más, continuamos con la narración de las vacaciones serranas de este caminante. Este día permite compartir una de esas experiencias curiosas que todo turista está expuesto a sufrir, y que en este caso particular, se espera no tener que sufrirla por lo menos hasta el próximo bisiesto...
Presentamos a un nuevo amiguito, muy apetecido entre las degustaciones locales, muy sugerido de no perder oportunidad de conocerlo y saborear sus virtudes... su sonrisa nos recibe acogedora, su carne magra promete maravillas para la salud, su presencia en la cocina autóctona precede en un milenio a la llegada de los Incas y la extensión hasta estos lares de su Tahuantinsuyo...
Señoras y señores... el precolombino Cuye...
Se agradece los esfuerzos bien intencionados de ampliar la cultura y gusto de este cronista, los paisajes donde se ofrece un plato tan exclusivo y ancestral, la compañía, la conversación, todo... Pero hay que reconocer humidemente, que acabado el almuerzo, los huesos no pudieron ser más que de un repetido y ordinario... pollo.
4 comentarios:
¡¡Arrgggg, y se comió ese bicho!!,y para más remate presentado con cabeza, patas y cola. Si lo hubieran servido fileteado a lo mejor yo habría hecho el intento, pero así jamás.
Que disfrute sus vacaciones.
Un abrazo
No te preocupes, esa presentación tampoco fue de mi apetencia, sobre todo la boca abierta sonriendo... casi le faltaba la manzana. No me atreví siquiera a probarlo y comí pollo!
¡Ah, menos mal!
Me impresioné con la foto y no seguí leyendo el resto de la entrada.Espero que el pollo haya estado rico..
Hola primo guacala yo tampoco hubiera comido, y además por respeto al amigo cuye probecito
con cariño MARY
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